A
los muertos en Ceuta el 6 de febrero de 2014 al intentar llegar a
España
Este
cielo de invierno se abre
y los aviones trazan caminos en él
que se cruzan imitando nuestras vidas.
Imparables, inmutables entre sí.
Una pareja de palomas enamoradas
me reconcilian con todo esto
y tal vez en el aire haya un poema nuevo por escribir.
Pero mientras este año florecen antes
amapolas y almendros
siguen las fronteras a la vida digna.
Europa se blinda tras un mar de muerte
y dispara a romper (con todo el miedo del mundo)
a una marabunta de sueños por cumplir.
Lo negro sigue siendo negro,
lo nuestro sigue siendo nuestro y de nadie más
y la sangre roja que se derrama
sigue siendo la misma: la de los vencidos.
Y no sé donde se ha escondido mi fe,
quizá agoniza viendo tanto aguante de los estómagos,
tanta nula conciencia de clase
o tanta bandera en forma de venda.
Soñé con un país que luchaba,
imaginé cada hambriento dibujando revoluciones
y desperté con un desierto dormido ante mis ojos.
y los aviones trazan caminos en él
que se cruzan imitando nuestras vidas.
Imparables, inmutables entre sí.
Una pareja de palomas enamoradas
me reconcilian con todo esto
y tal vez en el aire haya un poema nuevo por escribir.
Pero mientras este año florecen antes
amapolas y almendros
siguen las fronteras a la vida digna.
Europa se blinda tras un mar de muerte
y dispara a romper (con todo el miedo del mundo)
a una marabunta de sueños por cumplir.
Lo negro sigue siendo negro,
lo nuestro sigue siendo nuestro y de nadie más
y la sangre roja que se derrama
sigue siendo la misma: la de los vencidos.
Y no sé donde se ha escondido mi fe,
quizá agoniza viendo tanto aguante de los estómagos,
tanta nula conciencia de clase
o tanta bandera en forma de venda.
Soñé con un país que luchaba,
imaginé cada hambriento dibujando revoluciones
y desperté con un desierto dormido ante mis ojos.
24
de febrero de 2014